A que llamamos grupos vulnerables

Poblaciones vulnerables en la asistencia sanitaria

El impacto de la pandemia en la salud mental ha sido directo, una respuesta de “crisis” al trauma y al miedo a la infección, que ha provocado ansiedad, pánico y depresión. Las medidas de salud pública, como la cuarentena, el bloqueo y las restricciones menores que provocaron la interrupción de la vida social, las pérdidas económicas y los estilos de vida individuales, engendraron sentimientos de incertidumbre, impotencia y dolor, agravados por la falta de servicios y apoyos de salud mental (1). Se ha demostrado claramente un deterioro del bienestar mental entre las personas que han perdido su empleo (2).

Los grupos vulnerables están expuestos a un mayor riesgo de enfermedad y tienen recursos personales y sociales limitados para hacer frente a sus consecuencias para la salud mental. La vulnerabilidad a las enfermedades mentales graves (8) es multifactorial y se ve potenciada por la interacción de diversos factores, por ejemplo, biológico-desarrollo, sociales y ambientales, cuyos mecanismos exactos se desconocen en gran medida. Nos centraremos en las vulnerabilidades sociales más susceptibles de ser intervenidas.

Existe un importante cuerpo de literatura científica sobre el papel de los Determinantes Sociales de la Salud (DSS) (9, 10) en la etiología y el curso de los principales trastornos mentales [(11, 12)]. Las investigaciones han demostrado que las tasas más elevadas de trastornos mentales están asociadas a las desventajas sociales, especialmente a los bajos ingresos (13), a la educación limitada (14), a la situación laboral (15) y a la tensión financiera (16), a la falta de apoyo social (17), a la alta demanda o al bajo control sobre el trabajo (18), a los acontecimientos vitales críticos (19), al desempleo (20), a las características adversas del vecindario (21)] y a la desigualdad de ingresos (22). Estos factores se identifican como riesgos psicosociales de una mala salud mental. La comprensión de la relación entre el estatus socioeconómico (SES) y la salud mental depende de la distinción de sus diversas medidas y de la identificación de asociaciones independientes con las condiciones de salud mental. Las relaciones inversas entre los trastornos psiquiátricos y el estatus socioeconómico se han debatido en la literatura según la hipotesis dual original (23) de la causalidad social -vinculada a la adversidad y el estrés- frente a la selección social -descendente- de los genéticamente predispuestos (24).

Definición de población vulnerable cdc

El 19 de octubre de 2005 es un día importante para la bioética. En esta fecha, los Estados miembros de la ONU adoptaron una Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos (UNESCO, 2005). Esta declaración representa el primer intento de desarrollar un marco normativo global para la bioética. El artículo 8 de la declaración aborda los temas aquí tratados: la “vulnerabilidad” y los “grupos vulnerables”. El artículo tiene un doble enfoque:

La declaración no contiene una definición de los términos “vulnerabilidad” o “vulnerabilidad humana”, pero en otra parte de la declaración se afirma que también las familias, los grupos y las comunidades pueden ser vulnerables. También señala una serie de circunstancias que pueden hacer vulnerables a individuos y grupos, como:

A pesar de que el principio de vulnerabilidad ha ido adquiriendo cada vez más protagonismo en las declaraciones y directrices nacionales e internacionales sobre ética de la investigación, no es menos cierto que este principio ha sido y sigue siendo objeto de fuertes debates y críticas en la literatura académica sobre ética profesional.

Ejemplos de poblaciones vulnerables

No es sólo que los grupos de bajos ingresos se enfrenten por lo general a mayores niveles de riesgo, sino que también tienen menos posibilidades de recibir un tratamiento médico rápido y adecuado si se lesionan o enferman como consecuencia de algún peligro ambiental. Son los que menos pueden permitirse el tratamiento y la medicación o la pérdida de ingresos mientras se recuperan de una enfermedad o lesión, y a menudo tienen empleos que no prevén un seguro médico o una baja por enfermedad. Los hogares de bajos ingresos rara vez disponen de activos que puedan convertirse rápidamente en dinero en efectivo para cubrir los gastos de alimentación cuando un asalariado está de baja o para pagar un tratamiento que acelere la recuperación. Los grupos de bajos ingresos suelen tener un riesgo mucho mayor de sufrir problemas de salud psicosocial porque viven y trabajan con niveles mucho más altos de factores de estrés ambiental: por ejemplo, mayores niveles de ruido, mayores niveles de hacinamiento, menos seguridad y menos servicios. También tienen que hacer frente a las tensiones causadas por niveles mucho más altos de mala salud y lesiones y de muerte infantil dentro de sus hogares, que son, en parte, el resultado de factores ambientales.

Cómo ayudar a las poblaciones vulnerables

En salud pública, queridos lectores, hablar de comunidades, poblaciones o individuos “vulnerables” es algo habitual. Todos lo hemos dicho muchas veces cuando nos referimos a las comunidades a las que damos prioridad con nuestras comunicaciones o programas. Pero esta semana queríamos abogar por retirarlo de nuestra jerga. ¿Por qué? Bueno, el término puede culpar a las mismas personas a las que intentamos ayudar. Y, además, es un miembro del club de los “simplemente vagos”, de forma bastante problemática. Así que creemos que es hora de cambiar.

Hace poco asistimos a una conferencia en la que la Dra. Tabia Henry Akintobi, profesora de la Facultad de Medicina de Morehouse, señaló con astucia que llamar a las personas “vulnerables” implica que el problema reside en ellas. Este término conlleva una connotación negativa de debilidad y parece sugerir que ciertas personas tienen alguna característica intrínseca que las hace más propensas a contraer enfermedades o a tener peores resultados de esas enfermedades. Hace recaer la responsabilidad en las personas afectadas, en lugar de en las políticas públicas y el racismo institucional que son los verdaderos culpables.

Author: Gustavo Ferrer