Santiago 2:14-26 el mensaje
La verdadera fe nos cambiaEmpiezo a pensar que esta serie de 12 semanas podría haber sido una serie de un año. Cada semana llego a la serie de versículos de la semana y me pregunto cómo diablos vamos a cubrirlos en un solo post (lo que ni siquiera pude hacer la semana pasada y tuve que dividir el contenido en dos posts). La Palabra de Dios es tan, tan rica, y podríamos estudiarla mil veces y no agotar todo lo que hay que aprender y meditar. Pero, aunque no seamos capaces de captar todo lo que hay que aprender, sí podemos dar pequeños y significativos pasos en la dirección correcta. En el primer capítulo de su carta, Santiago ha expuesto a vista de pájaro muchos de los temas que volverá a tratar. Recuerda a sus lectores que deben estar alegres y firmes en las pruebas, porque hay una recompensa que merecerá toda la lucha. Y a lo largo de nuestro camino cristiano, nos enfrentaremos a pruebas y tentaciones que amenazan con abatirnos y llevarnos en la dirección equivocada. Sin embargo, debemos elegir constantemente seguir a nuestro buen Dios, confiando en él y demostrando esa confianza poniendo esa fe en acción.
Cómo van juntas la fe y las obras
“¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga que tiene fe y no tenga obras? ¿Puede la fe salvarle? Si un hermano o una hermana están desnudos y desprovistos del alimento diario, y uno de vosotros les dice: “Id en paz, calentaos y saciaos”, pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe por sí misma, si no tiene obras, está muerta” (Sant 2,14-17).
Catorce veces en la carta llama a los lectores “hermanos”, “mis hermanos” o incluso “mis amados hermanos” (por ejemplo, St 1,1.16.19; 2,1.5.14; 3,1). Los incrédulos no eran hermanos de Santiago. Sólo los nacidos de nuevo eran llamados correctamente “mis hermanos”.
Además, la falsa seguridad no se basa en creer la promesa de vida eterna de Jesús aparte de mirar nuestras obras. Esa es la verdadera seguridad. La falsa seguridad se basa en mirar los sentimientos, en mirar el compromiso, la obediencia y las obras (por ejemplo, Mateo 7:21-23).
Algunos sugieren que Santiago está pensando en un falso profesor aquí. Después de todo, Santiago utiliza la palabra dice. Pero eso no encaja. Él está hablando a los creyentes. Y, hay una razón perfectamente buena por la que se refiere a su discurso.
Santiago 2:14-26 ilustraciones de sermones
En la sección final del capítulo 2, Santiago presenta un argumento paso a paso sobre lo esencial de nuestra fe y la conexión entre la fe y las obras. Su enseñanza de que somos justificados por las obras parece contradecir la de Pablo, que insiste en que nos salvamos sólo por la fe. Pero si lo examinamos más de cerca, vemos que no hay ninguna contradicción. Pablo se refiere a la salvación inicial, donde somos justificados a los ojos de DIOS – por nuestra fe, mientras que Santiago está hablando de nuestra salvación continua, donde somos justificados a los ojos del HOMBRE – por nuestras obras.
Somos salvados por la fe… PERO las buenas obras deben fluir de esa fe. No somos salvados POR las obras sino que somos salvados PARA las obras. Fuimos justificados a los ojos de Dios cuando creímos por primera vez, pero después de la salvación somos justificados a los ojos de los hombres cuando producimos buenas obras… a causa de nuestra fe. Pablo y Santiago están totalmente de acuerdo, pero uno ve la justificación desde la perspectiva de Dios y el otro desde el punto de vista humano.
A medida que se desarrolla su tratado, Santiago utiliza la ofrenda de Isaac por parte de Abraham y las acciones de Rahab al proteger a los espías israelitas para demostrar que estamos justificados por las obras. Ambos casos tuvieron lugar después de que estos individuos creyeran en Dios y se les acreditara la justicia. Abraham creyó en la promesa de Dios y fue justificado a los ojos de Dios en Génesis 15 – pero muchos años después, cuando ofreció a Isaac en Génesis 22, nos demostró que fue justificado por producir una obra de fe.
Sermón de Santiago 2:14-26
Ilustración: ¿Alguna vez has probado una dieta que no funcionó? Si es así, simpatiza con Guillermo el Conquistador, un hombre que vivió hace casi 1.000 años. Al parecer, el viejo Guillermo engordó tanto que tuvo problemas para mantenerse sobre su caballo.
Aunque los días que siguieron fueron sin duda interesantes, la dieta no funcionó. Finalmente, murió en 1087 al caerse del caballo en el asedio de Mantes. Era tan obeso que los clérigos tuvieron problemas para meterlo en su sarcófago de piedra, y el hedor de su cuerpo llenó la capilla de un olor nauseabundo.
Hablando de una dieta que no funcionaba… Cuando tenía problemas para meterse en sus trajes de salto blancos, Elvis adoptó la “Dieta de la Bella Durmiente”. ¿El plan? Permanecía fuertemente sedado durante días, con la esperanza de despertar como un rey más delgado. Y si no hubiera sido por todos esos sándwiches de mantequilla de cacahuete y plátano que freía en mantequilla, la dieta de la Bella Durmiente podría haberle funcionado a Elvis.
Otros planes para perder peso que no han funcionado: Las “Gafas Dieter Vision” se suponía que hacían que la comida pareciera menos atractiva. El sistema de mini tenedores se diseñó para ayudar a la gente a dar bocados más pequeños. Un grupo aplicó prácticas de yoga para eliminar por completo la necesidad de comer.